Había una vez...

Los que me leeis con frecuencia sabréis que soy (medio) maestra de audición y lenguaje.

Hoy viernes he terminado las prácticas en un colegio cercano a mi casa. Es curioso como a veces hay algo tan increible, tan cerca de tí, que cuando lo descubres dices: ¿cómo pude no verlo antes?

He estado tres semanas, de nueve a dos en un aula de educación especial.

Aunque esté en época de exámenes y tenga mil cosas que hacer, pienso que ojalá hubiesen sido tres meses.

En mi clase había seis niñ@s con distintas patologías, ninguno habla, pero todos se comunican (¡y cómo se comunican!). Cuando llegué a esa clase me preocupaba no estar a la altura, no saber entenderles, que me diesen pena... Nada más lejos de la realidad.

Desde esta corta experiencia sé que no puedo hablar a nivel global, pero es increible la inteligencia y las capacidades que se han desarrollado en estos niños (el más mayor tiene nueve años, los más pequeños tres).

A la hora de las despedidas, regalitos para todos, muchos besos y pocas ganas de irse.

Aunque la entrada de hoy no tiene mucho que ver con la lectura no podía dejar de compartir con vosotros esta experiencia, ya que ahora tengo algo más que transmitir.

Aún así, hoy quiero que veais algunos "cuentos" muy especiales.

Este es "El libro negro de los colores". ¿Cómo le explicas lo que son los colores a un niño que no ve? En la versión en papel el libro cuenta con texturas y letra en tinta y en braille. En la versión digital podeis disfrutar de la música de fondo.

"El cazo de Lorenzo" es un cuento precioso que emociona a todas las maestras/os de educación especial.

Desde aquí gracias a los seis niños de esta clase que me ha enseñado tanto. Gracias a las maestras de estos niños que han compartido tanto gratuítamente. Gracias a los dos compañeros que han estado conmigo de prácticas y han evitado que cunda el pánico en alguna situación. Gracias a la profesora que me mandó a la clase de Educación Especial contra mi criterio y cuando no me correspondía.